" ANTÓN + AIGUABELLA ES UN ARTISTA DE DOS CABEZAS QUE PISA FUERTE Y SE HA CONVERTIDO EN REFERENTE DE UNA NUEVA GENERACIÓN, AUNQUE ELLOS SE DECLARAN BEBÉS EN EL ARTE."
Aunque han pasado muchos años, aún recuerdan la felicidad que sintieron al vender su primera obra. Por encima del dinero significó su validación como artistas. Cuentan que lo que más les llenó, y aún les llena, de satisfacción en cuanto a reconocimiento es que un experto viera algo bueno en ellos, muy por encima de la transacción económica. “Vivimos del arte, pero el arte no va de vender. Es una consecuencia buena y necesaria de tu trabajo, pero trabajas por (nunca mejor dicho) amor al arte, no para vender”. Tenían talento y trabajaron duro para cumplir su sueño. Perseverancia, método, orden, trabajo y más trabajo sin dejarse llevar por las emociones ni creer en el statement triunfalista del “querer es poder”. Antón + Aiguabella decidió seguir su camino con humildad, movidos por la afición sin aferrarse a ideas preconcebidas. “Es muy importante la constancia, el trabajo, la virtud y menos importante los chutes de gloria y éxito. Nos mantiene un amor al arte incondicional y tener un orden profundo y reposado”.
Cuando en Ikigai Magazine les pedimos un consejo para quienes dan sus primeros pasos en este mundo nos dicen: “Que seáis muy sinceros. Que seáis muy humildes. Que el éxito no sea el objetivo sino llegar a algo bueno de verdad”. Antón + Aiguabella nunca tuvo un plan B, siempre tuvieron claro que el arte era y es su pasión. Un proyecto que bebe de la composición, del color y de su forma de trabajar todo juntos. Aquellos niños idealistas a los que les inundaba la aventura y perseguían profesiones atípicas como torero o astronauta están conquistando una de las actividades menos convencionales y puede que sin saberlo sus obras sean ese campo de trigo que alimentará las ganas de brotar de nuevas generaciones de artistas. Ese tipo de admiración que enciende los ojos y empuja a seguir.
Texto: Clara Colorado
Fotografías: Bea Gaspar
" ANTÓN + AIGUABELLA ES UN ARTISTA DE DOS CABEZAS QUE PISA FUERTE Y SE HA CONVERTIDO EN REFERENTE DE UNA NUEVA GENERACIÓN, AUNQUE ELLOS SE DECLARAN BEBÉS EN EL ARTE."
Aunque han pasado muchos años, aún recuerdan la felicidad que sintieron al vender su primera obra. Por encima del dinero significó su validación como artistas. Cuentan que lo que más les llenó, y aún les llena, de satisfacción en cuanto a reconocimiento es que un experto viera algo bueno en ellos, muy por encima de la transacción económica. “Vivimos del arte, pero el arte no va de vender. Es una consecuencia buena y necesaria de tu trabajo, pero trabajas por (nunca mejor dicho) amor al arte, no para vender”. Tenían talento y trabajaron duro para cumplir su sueño. Perseverancia, método, orden, trabajo y más trabajo sin dejarse llevar por las emociones ni creer en el statement triunfalista del “querer es poder”. Antón + Aiguabella decidió seguir su camino con humildad, movidos por la afición sin aferrarse a ideas preconcebidas. “Es muy importante la constancia, el trabajo, la virtud y menos importante los chutes de gloria y éxito. Nos mantiene un amor al arte incondicional y tener un orden profundo y reposado”.
Cuando en Ikigai Magazine les pedimos un consejo para quienes dan sus primeros pasos en este mundo nos dicen: “Que seáis muy sinceros. Que seáis muy humildes. Que el éxito no sea el objetivo sino llegar a algo bueno de verdad”. Antón + Aiguabella nunca tuvo un plan B, siempre tuvieron claro que el arte era y es su pasión. Un proyecto que bebe de la composición, del color y de su forma de trabajar todo juntos. Aquellos niños idealistas a los que les inundaba la aventura y perseguían profesiones atípicas como torero o astronauta están conquistando una de las actividades menos convencionales y puede que sin saberlo sus obras sean ese campo de trigo que alimentará las ganas de brotar de nuevas generaciones de artistas. Ese tipo de admiración que enciende los ojos y empuja a seguir.
Texto: Clara Colorado
Fotografías: Bea Gaspar