"MI INTENCIÓN ES CONSTRUIR UN MODELO DE NEGOCIO CONSCIENTE QUE NO TENGA TANTO IMPACTO MEDIOAMBIENTAL, LO QUE PERMITE QUE EL PROYECTO TENGA UN SENTIDO MÁS PROFUNDO AL TIEMPO QUE RESULTA ECONÓMICAMENTE VIABLE."
L as mejores ideas surgen a menudo en las encrucijadas de la vida, esos momentos de cambio y toma de decisiones importantes en los que más de una vez nos hemos hallado todos y que pueden llevarnos sin que nos demos cuenta a lugares oscuros. En el caso de Edurne Camacho, artista madrileña asentada en la localidad mallorquina de Alaró, la artesanía textil y una visión clara de cómo expresar sus inquietudes creativas la llevaron a encontrarse a través de la puesta en marcha de Flying Carpets, su marca de alfombras y tapices de diseño.
“He pasado los últimos 15 años buscando el mejor formato en el que expresarme, y para ello he probado casi de todo: diseño gráfico, fotografía, pintura al óleo y acrílica, moda…”, nos confiesa Edurne en su casa en plena sierra de Tramontana. “En un momento complicado de mi vida, en plena pandemia y poco tiempo después de mudarme a Mallorca, comencé a tejer alfombras. Enseguida me obsesioné con la técnica que utilizo, porque sentí esa corazonada que solo se siente cuando se encuentra algo valioso de verdad, así como el impulso para hacerlo posible.”
Edurne había vivido durante la mayor parte de su vida en grandes ciudades, como Madrid, París y Berlín, por lo que comenzar a vivir en un pequeño pueblo de la montaña mallorquina supuso un gran cambio en su día a día y un proceso de introspección que enseguida se reflejó en sus creaciones. “Llevo a cabo un trabajo muy íntimo y delicado, una suerte de meditación activa”, nos explica. “Pongo además mucho cuidado en preservar tradiciones textiles antiguas de Oriente Medio, y lo hago utilizando materiales de alta calidad como la lana de Nueva Zelanda, buscando de este modo que mi obra tenga una mayor transcendencia y un menor impacto ambiental. Cada pieza cuenta una historia, y me gusta pensar que el comprador puede nutrirse un poco de toda la energía que he puesto en su creación.”
Tras un año trabajando sola en el salón de su casa de Alaró, la artista madrileña pudo trasladar su actividad a un taller, donde un par de estudiantes de diseño textil llegadas a la isla a través del programa Erasmus comenzaron a ayudarla como parte de sus prácticas curriculares. “Anni, que llegó de Estonia, ha estado 6 meses trabajando conmigo, y Elise, de Bélgica, ha estado 3 meses”, nos cuenta Edurne, que agradece la labor de ambas estudiantes y destaca cómo tenerlas en el estudio hizo que ella debiera profesionalizarse y pudiera mejorar su técnica.
A pesar de haber iniciado su proyecto en un momento particularmente difícil, la artista asentada en Mallorca ha sabido capear la crisis de proveedores y ahora planea trabajar de forma más intensa con interioristas e ir aumentando su cartera de clientes, una actividad que ya lleva un tiempo poniendo en práctica. Los interioristas ejercen como intermediarios entre Edurne Camacho y los potenciales compradores de sus alfombras y tapices, lo que le permite centrarse en las labores de carácter más creativo y asumir la ejecución de proyectos cada vez más ambiciosos.
“En estos momentos, hemos comenzado a colaborar con LouLou Concept Store en la calle Hertzl de Tel Aviv, un estudio de arquitectura e interiorismo que se ha mostrado muy interesado en mi trabajo. ¡Estoy muy ilusionada!”, exclama Edurne con una gran sonrisa. “También estoy encantada con la alfombra de 30 m2 que he diseñado para el restaurante Trobar, ubicado en Cala Ratjada, en la costa este de la isla y que está teniendo una gran acogida. Es un restaurante en el que los clientes pueden comprar todo el arte expuesto, una fantástica idea de mi madrina Dolli Tylor,” destaca la artista, en cuyo horizonte no faltan proyectos para convertir las piezas de Flying Carpets en un must del interiorismo más refinado. “Además, mis tapices lucen desde hace poco en el lobby de The Rebello, un hotel de diseño de 5 estrellas en Oporto. Estoy realmente contenta con el rumbo que está tomando mi proyecto,” nos dice Edurne antes de despedirnos.
Texto: José María Sainz-Maza Del Olmo
"MI INTENCIÓN ES CONSTRUIR UN MODELO DE NEGOCIO CONSCIENTE QUE NO TENGA TANTO IMPACTO MEDIOAMBIENTAL, LO QUE PERMITE QUE EL PROYECTO TENGA UN SENTIDO MÁS PROFUNDO AL TIEMPO QUE RESULTA ECONÓMICAMENTE VIABLE."
L as mejores ideas surgen a menudo en las encrucijadas de la vida, esos momentos de cambio y toma de decisiones importantes en los que más de una vez nos hemos hallado todos y que pueden llevarnos sin que nos demos cuenta a lugares oscuros. En el caso de Edurne Camacho, artista madrileña asentada en la localidad mallorquina de Alaró, la artesanía textil y una visión clara de cómo expresar sus inquietudes creativas la llevaron a encontrarse a través de la puesta en marcha de Flying Carpets, su marca de alfombras y tapices de diseño.
“He pasado los últimos 15 años buscando el mejor formato en el que expresarme, y para ello he probado casi de todo: diseño gráfico, fotografía, pintura al óleo y acrílica, moda…”, nos confiesa Edurne en su casa en plena sierra de Tramontana. “En un momento complicado de mi vida, en plena pandemia y poco tiempo después de mudarme a Mallorca, comencé a tejer alfombras. Enseguida me obsesioné con la técnica que utilizo, porque sentí esa corazonada que solo se siente cuando se encuentra algo valioso de verdad, así como el impulso para hacerlo posible.”
Edurne había vivido durante la mayor parte de su vida en grandes ciudades, como Madrid, París y Berlín, por lo que comenzar a vivir en un pequeño pueblo de la montaña mallorquina supuso un gran cambio en su día a día y un proceso de introspección que enseguida se reflejó en sus creaciones. “Llevo a cabo un trabajo muy íntimo y delicado, una suerte de meditación activa”, nos explica. “Pongo además mucho cuidado en preservar tradiciones textiles antiguas de Oriente Medio, y lo hago utilizando materiales de alta calidad como la lana de Nueva Zelanda, buscando de este modo que mi obra tenga una mayor transcendencia y un menor impacto ambiental. Cada pieza cuenta una historia, y me gusta pensar que el comprador puede nutrirse un poco de toda la energía que he puesto en su creación.”
Tras un año trabajando sola en el salón de su casa de Alaró, la artista madrileña pudo trasladar su actividad a un taller, donde un par de estudiantes de diseño textil llegadas a la isla a través del programa Erasmus comenzaron a ayudarla como parte de sus prácticas curriculares. “Anni, que llegó de Estonia, ha estado 6 meses trabajando conmigo, y Elise, de Bélgica, ha estado 3 meses”, nos cuenta Edurne, que agradece la labor de ambas estudiantes y destaca cómo tenerlas en el estudio hizo que ella debiera profesionalizarse y pudiera mejorar su técnica.
A pesar de haber iniciado su proyecto en un momento particularmente difícil, la artista asentada en Mallorca ha sabido capear la crisis de proveedores y ahora planea trabajar de forma más intensa con interioristas e ir aumentando su cartera de clientes, una actividad que ya lleva un tiempo poniendo en práctica. Los interioristas ejercen como intermediarios entre Edurne Camacho y los potenciales compradores de sus alfombras y tapices, lo que le permite centrarse en las labores de carácter más creativo y asumir la ejecución de proyectos cada vez más ambiciosos.
“En estos momentos, hemos comenzado a colaborar con LouLou Concept Store en la calle Hertzl de Tel Aviv, un estudio de arquitectura e interiorismo que se ha mostrado muy interesado en mi trabajo. ¡Estoy muy ilusionada!”, exclama Edurne con una gran sonrisa. “También estoy encantada con la alfombra de 30 m2 que he diseñado para el restaurante Trobar, ubicado en Cala Ratjada, en la costa este de la isla y que está teniendo una gran acogida. Es un restaurante en el que los clientes pueden comprar todo el arte expuesto, una fantástica idea de mi madrina Dolli Tylor,” destaca la artista, en cuyo horizonte no faltan proyectos para convertir las piezas de Flying Carpets en un must del interiorismo más refinado. “Además, mis tapices lucen desde hace poco en el lobby de The Rebello, un hotel de diseño de 5 estrellas en Oporto. Estoy realmente contenta con el rumbo que está tomando mi proyecto,” nos dice Edurne antes de despedirnos.