"PINK MORRO LLEGÓ EN UN MOMENTO EN EL QUE NECESITABA EXPANDIRME A NIVEL CREATIVO. DESDE AQUÍ ME PERMITO DAR ESPACIO A MI LADO MÁS ARTÍSTICO Y EXPLORO NUEVOS LENGUAJES VISUALES CON EL ÚNICO OBJETIVO DE DISFRUTAR DE AQUELLO QUE HAGO."
P ocas cosas crean tanta incertidumbre como emprender tu propio camino. Una sensación de inestabilidad y vértigo que, a pesar de todo, con el tiempo puede llevarte a disfrutar de una vida plena. Un viaje como el de Pink Morro, el álter ego creativo de Raúl Ramos (Barcelona, 1979), quién tras acabar sus estudios de diseño gráfico decidió apostar por un desafío personal que comenzó con el único objetivo de disfrutar del arte y su trabajo. “Al acabar la escuela de diseño me lancé a la piscina y comencé a trabajar como freelance, desde una pequeña habitación en casa de mis padres”, nos confiesa Raúl recordando con una sonrisa sus inicios.
Después de 6 meses, el esfuerzo y su pasión por aquello que llevaba a cabo consiguieron que nuevos proyectos y clientes llamaran a la puerta. El trabajo aumentaba y eso le “obligó” a alquilar una mesa en un coworking que con el paso del tiempo también se le quedó pequeña, por lo que finalmente decidió independizarse a un espacio que le otorgara más posibilidades para continuar creciendo como artista dando lugar a Cocolia, su estudio de diseño.
“Cocolia se convirtió en una escuela vital donde aprendí y pude crecer tanto personal como profesionalmente”, describe Raúl su lugar de trabajo. Pero a pesar de la entrada de proyectos interesantes tanto a nivel nacional como internacional, el artista atravesó una fase de vacío motivacional que le hizo reflexionar sobre en qué momento se encontraba a nivel creativo.
“Todo lo incorrecto con el paso del tiempo se convierte en correcto y se hace normal, pasan los años y no me motivo como antes. Sentí que necesitaba una nueva exploración personal y dedicar tiempo a lo que me hace feliz”.
Así fue como nació Pink Morro, un álter ego creativo que surgió en plena necesidad de expandirse a nivel creativo. “Una forma diferente de explorar nuevos lenguajes visuales, crear sin necesidades con el único objetivo de hacer lo que plazca tanto a nivel conceptual como estético”, nos cuenta Raúl. Desde entonces, Pink Morro se ha convertido en ese espacio perfecto donde “jugar”, experimentar y dar rienda suelta a su parte más creativa. Un proceso de creación artística donde cada una de sus obras destaca por su carga enérgica y donde la intuición y la potencia del color fluyen dando como resultado auténticas joyas visuales cargadas de personalidad.
El tiempo y la experiencia, como en cualquier ámbito de nuestra vida, aporta esa serenidad necesaria que nos ayuda a disfrutar más y mejor de todo aquello que llevamos a cabo. También fue así en el caso de Raúl, y todo este trayecto recorrido le ha ayudado a ser más productivo y consciente con todo aquello que realiza. Además, el artista catalán nos confiesa que durante los últimos años ha vivido un cambio que lo ha llevado a compaginar diferentes proyectos artísticos con otra parte más didáctica que disfruta a partes iguales. “Desde hace tres años he vivido la transformación de ser diseñador gráfico y convertirme en artista, una experiencia que me llevó a ayudar a un amigo con su proyecto. Viendo los resultados, le di forma como un programa de transformación personal y profesional, donde acompaño a diferentes estudios, freelances, creativos, fotógrafos, ilustradores, artistas…”, afirma Raúl.
Una experiencia diferente a todo lo que había vivido pero que como el mismo describe, “es super enriquecedor poder contribuir a otras personas y ver como consiguen sus objetivos económicos y creativos”.
Raúl ha sido capaz de encontrar ese Ikigai a través de su trabajo, viviendo una vida plena con propósito que le permitiera desarrollar al máximo su arte y creatividad. Un bonito trabajo que ha podido compartir en diferentes exposiciones colectivas e individuales de ciudades como Valencia, Barcelona o Sitges, aunque como él nos cuenta, “Lo más interesante es como actualmente un artista puede dar a conocer su obra a nivel mundial desde su taller.” Justo desde ahí nos despide con una sonrisa que transmite luz y color, como cada una de sus obras.
Fotografías: Marc Bordons
"PINK MORRO LLEGÓ EN UN MOMENTO EN EL QUE NECESITABA EXPANDIRME A NIVEL CREATIVO. DESDE AQUÍ ME PERMITO DAR ESPACIO A MI LADO MÁS ARTÍSTICO Y EXPLORO NUEVOS LENGUAJES VISUALES CON EL ÚNICO OBJETIVO DE DISFRUTAR DE AQUELLO QUE HAGO."
P ocas cosas crean tanta incertidumbre como emprender tu propio camino. Una sensación de inestabilidad y vértigo que, a pesar de todo, con el tiempo puede llevarte a disfrutar de una vida plena. Un viaje como el de Pink Morro, el álter ego creativo de Raúl Ramos (Barcelona, 1979), quién tras acabar sus estudios de diseño gráfico decidió apostar por un desafío personal que comenzó con el único objetivo de disfrutar del arte y su trabajo. “Al acabar la escuela de diseño me lancé a la piscina y comencé a trabajar como freelance, desde una pequeña habitación en casa de mis padres”, nos confiesa Raúl recordando con una sonrisa sus inicios.
Después de 6 meses, el esfuerzo y su pasión por aquello que llevaba a cabo consiguieron que nuevos proyectos y clientes llamaran a la puerta. El trabajo aumentaba y eso le “obligó” a alquilar una mesa en un coworking que con el paso del tiempo también se le quedó pequeña, por lo que finalmente decidió independizarse a un espacio que le otorgara más posibilidades para continuar creciendo como artista dando lugar a Cocolia, su estudio de diseño.
“Cocolia se convirtió en una escuela vital donde aprendí y pude crecer tanto personal como profesionalmente”, describe Raúl su lugar de trabajo. Pero a pesar de la entrada de proyectos interesantes tanto a nivel nacional como internacional, el artista atravesó una fase de vacío motivacional que le hizo reflexionar sobre en qué momento se encontraba a nivel creativo.
“Todo lo incorrecto con el paso del tiempo se convierte en correcto y se hace normal, pasan los años y no me motivo como antes. Sentí que necesitaba una nueva exploración personal y dedicar tiempo a lo que me hace feliz”.
Así fue como nació Pink Morro, un álter ego creativo que surgió en plena necesidad de expandirse a nivel creativo. “Una forma diferente de explorar nuevos lenguajes visuales, crear sin necesidades con el único objetivo de hacer lo que plazca tanto a nivel conceptual como estético”, nos cuenta Raúl. Desde entonces, Pink Morro se ha convertido en ese espacio perfecto donde “jugar”, experimentar y dar rienda suelta a su parte más creativa. Un proceso de creación artística donde cada una de sus obras destaca por su carga enérgica y donde la intuición y la potencia del color fluyen dando como resultado auténticas joyas visuales cargadas de personalidad.
El tiempo y la experiencia, como en cualquier ámbito de nuestra vida, aporta esa serenidad necesaria que nos ayuda a disfrutar más y mejor de todo aquello que llevamos a cabo. También fue así en el caso de Raúl, y todo este trayecto recorrido le ha ayudado a ser más productivo y consciente con todo aquello que realiza. Además, el artista catalán nos confiesa que durante los últimos años ha vivido un cambio que lo ha llevado a compaginar diferentes proyectos artísticos con otra parte más didáctica que disfruta a partes iguales. “Desde hace tres años he vivido la transformación de ser diseñador gráfico y convertirme en artista, una experiencia que me llevó a ayudar a un amigo con su proyecto. Viendo los resultados, le di forma como un programa de transformación personal y profesional, donde acompaño a diferentes estudios, freelances, creativos, fotógrafos, ilustradores, artistas…”, afirma Raúl.
Una experiencia diferente a todo lo que había vivido pero que como el mismo describe, “es super enriquecedor poder contribuir a otras personas y ver como consiguen sus objetivos económicos y creativos”.
Raúl ha sido capaz de encontrar ese Ikigai a través de su trabajo, viviendo una vida plena con propósito que le permitiera desarrollar al máximo su arte y creatividad. Un bonito trabajo que ha podido compartir en diferentes exposiciones colectivas e individuales de ciudades como Valencia, Barcelona o Sitges, aunque como él nos cuenta, “Lo más interesante es como actualmente un artista puede dar a conocer su obra a nivel mundial desde su taller.” Justo desde ahí nos despide con una sonrisa que transmite luz y color, como cada una de sus obras.
Fotografías: Marc Bordons