" NUESTRO CAMINO SE ALINEA EN LA INCANSABLE BÚSQUEDA DE LOGRAR PIEZAS ÚNICAS Y OBRAS ESPECIALES QUE NO SE ENCUADRAN EN NINGUNA MODA, NO SON ARRASTRADAS POR LA CORRIENTE, NI QUEDAN ATRAPADAS DENTRO DE UNA LÍNEA DE TIEMPO."
C onseguir una conexión emocional entre dos personas que perciben la vida de la misma manera y son capaces de complementarse creando algo mágico no es tarea fácil. Un fenómeno en el que un conjunto de factores o influencias convergen para potenciar el talento de cada una de sus partes. Así es como de manera casi instintiva y espontánea nació Natural Art, el proyecto personal de Natalin Abad y Catalina Richini.
Una bonita coincidencia que surgió en Buenos Aires en 2009, donde ambas artistas asistían a clases de Diseño de Moda y Textil en la Universidad de Palermo. Fue allí donde quizás sin darse apenas cuenta, comenzaron a desarrollar una pasión por el arte que caminaba en la misma dirección, con unos valores y forma de entenderlo muy similares. Años después, tras permanecer separadas debido a sus diferentes rumbos profesionales, ambas artistas argentinas volvieron a conectar y comenzar a compartir un fuerte vínculo personal entre ellas. En plena pandemia, cuando el ser humano parecía desconectar de forma casi obligada con la vida y el medio. No fue así para ellas, quienes iniciaron una etapa que sentían como algo necesario.
“Natural Art nace de la necesidad de tener un espacio lúdico de expresión, un lugar donde las partes se encuentren para crear a partir de lo que las mueve. Creación a partir de la experimentación, aprendizaje a través de la búsqueda de caminos, descubrimiento a partir de lo inesperado.”
Un punto de inflexión en sus vidas. “Tras todo lo que dejó atrás la pandemia del 2020, el mundo se detuvo y uno se enfrentó con la oportunidad del tiempo, la necesidad de expresarse, pero también con la escasez y las fuerzas en conflicto”, relata Natalin. Un periodo de reflexión interna que les llevo a observar la toxicidad de los materiales de arte y que les hizo preguntarse si podrían trabajar con tintas más sostenibles. Fue sin duda, el comienzo de una misión para transformar la forma en la que pintaban, cambiando de químicos industriales a extractos naturales.
Desde entonces, Natalin y Catalina han disfrutado de un camino donde el disfrute del proceso de creación es vital y en el que el primero de sus pasos siempre nace en el tratamiento de los tejidos naturales. “El algodón, el lino y la seda se someten a diferentes procesos de teñido con residuos recuperados como el café, el vino, el quebracho, el eucalipto, el aguacate o el curry. Estos se secan y luego se vuelven a teñir o lavar”, explica Catalina.
Un proceso que a pesar de su dificultad, se enfoca en ser lo más sostenible posible y cuyo segundo paso viene con las herramientas que más tarde utilizarán para pintar. Y es que cada uno de sus pinceles están hechos a mano con crin de caballo, escobas y cepillos viejos. Unos instrumentos que conseguirán que el trazo sea único e inimitable. El resultado habla por sí solo. Obras que inspiran y consiguen ser únicas, abstractas y diferentes entre sí.
Natalin y Catalina han conseguido convertir su sinergia y pasión por el arte en un proyecto con alma, donde el amor por los tejidos naturales, así como el respeto por el medio ambiente juegan un papel fundamental en su día a día. Desde que comenzaron, Natural Art ha sido el espacio idóneo para expresar la visión particular del arte que ambas comparten. “Ambas tenemos los mismos valores y la misma mirada artística y estética, somos grandes amigas y nos complementamos muy bien a la hora de trabajar. Apreciamos los tejidos naturales, el valor de los procesos, la experimentación y, sobre todo, el arte.”, confiesan las artistas.
Así es Natural Art, un proyecto que podemos disfrutar visitando su estudio, ubicado en el barrio madrileño de Chueca, además de un fantástico catálogo digital donde poder descubrir todas sus obras. Un oasis de luz y arte, que nos invitan a más allá de valorar sus obras, ser conscientes de la importancia del proceso.
Fotografías: Agustina Malva Scolpatti / Mora Fredriks / Victoria Schiopetto
Film: Carlina Toscano Rivas
" NUESTRO CAMINO SE ALINEA EN LA INCANSABLE BÚSQUEDA DE LOGRAR PIEZAS ÚNICAS Y OBRAS ESPECIALES QUE NO SE ENCUADRAN EN NINGUNA MODA, NO SON ARRASTRADAS POR LA CORRIENTE, NI QUEDAN ATRAPADAS DENTRO DE UNA LÍNEA DE TIEMPO."
C onseguir una conexión emocional entre dos personas que perciben la vida de la misma manera y son capaces de complementarse creando algo mágico no es tarea fácil. Un fenómeno en el que un conjunto de factores o influencias convergen para potenciar el talento de cada una de sus partes. Así es como de manera casi instintiva y espontánea nació Natural Art, el proyecto personal de Natalin Abad y Catalina Richini.
Una bonita coincidencia que surgió en Buenos Aires en 2009, donde ambas artistas asistían a clases de Diseño de Moda y Textil en la Universidad de Palermo. Fue allí donde quizás sin darse apenas cuenta, comenzaron a desarrollar una pasión por el arte que caminaba en la misma dirección, con unos valores y forma de entenderlo muy similares. Años después, tras permanecer separadas debido a sus diferentes rumbos profesionales, ambas artistas argentinas volvieron a conectar y comenzar a compartir un fuerte vínculo personal entre ellas. En plena pandemia, cuando el ser humano parecía desconectar de forma casi obligada con la vida y el medio. No fue así para ellas, quienes iniciaron una etapa que sentían como algo necesario.
“Natural Art nace de la necesidad de tener un espacio lúdico de expresión, un lugar donde las partes se encuentren para crear a partir de lo que las mueve. Creación a partir de la experimentación, aprendizaje a través de la búsqueda de caminos, descubrimiento a partir de lo inesperado.”
Un punto de inflexión en sus vidas. “Tras todo lo que dejó atrás la pandemia del 2020, el mundo se detuvo y uno se enfrentó con la oportunidad del tiempo, la necesidad de expresarse, pero también con la escasez y las fuerzas en conflicto”, relata Natalin. Un periodo de reflexión interna que les llevo a observar la toxicidad de los materiales de arte y que les hizo preguntarse si podrían trabajar con tintas más sostenibles. Fue sin duda, el comienzo de una misión para transformar la forma en la que pintaban, cambiando de químicos industriales a extractos naturales.
Desde entonces, Natalin y Catalina han disfrutado de un camino donde el disfrute del proceso de creación es vital y en el que el primero de sus pasos siempre nace en el tratamiento de los tejidos naturales. “El algodón, el lino y la seda se someten a diferentes procesos de teñido con residuos recuperados como el café, el vino, el quebracho, el eucalipto, el aguacate o el curry. Estos se secan y luego se vuelven a teñir o lavar”, explica Catalina.
Un proceso que a pesar de su dificultad, se enfoca en ser lo más sostenible posible y cuyo segundo paso viene con las herramientas que más tarde utilizarán para pintar. Y es que cada uno de sus pinceles están hechos a mano con crin de caballo, escobas y cepillos viejos. Unos instrumentos que conseguirán que el trazo sea único e inimitable. El resultado habla por sí solo. Obras que inspiran y consiguen ser únicas, abstractas y diferentes entre sí.
Natalin y Catalina han conseguido convertir su sinergia y pasión por el arte en un proyecto con alma, donde el amor por los tejidos naturales, así como el respeto por el medio ambiente juegan un papel fundamental en su día a día. Desde que comenzaron, Natural Art ha sido el espacio idóneo para expresar la visión particular del arte que ambas comparten. “Ambas tenemos los mismos valores y la misma mirada artística y estética, somos grandes amigas y nos complementamos muy bien a la hora de trabajar. Apreciamos los tejidos naturales, el valor de los procesos, la experimentación y, sobre todo, el arte.”, confiesan las artistas.
Así es Natural Art, un proyecto que podemos disfrutar visitando su estudio, ubicado en el barrio madrileño de Chueca, además de un fantástico catálogo digital donde poder descubrir todas sus obras. Un oasis de luz y arte, que nos invitan a más allá de valorar sus obras, ser conscientes de la importancia del proceso.
Fotografías: Agustina Malva Scolpatti / Mora Fredriks / Victoria Schiopetto
Film: Carlina Toscano Rivas