" YO CREO QUE LA ARTESANÍA ESTÁ VOLVIENDO PARA QUEDARSE. ES MUY NECESARIO VOLVER A LOS ORIGENES, A ENTENDER EL VALOR QUE TIENEN LAS COSAS, EL TIEMPO QUE LLEVAN... CREO QUE A LA GENTE LE SIENTA GENIAL Y LE SIRVE UN POCO DE TERAPIA, MÁS ALLA DEL PRODUCTO FINAL QUE HAGA. "
E va es un torbellino. Una superviviente. Y es que decidió abrir We Are Handmakers - mitad taller, mitad escuela, como ella misma lo define - en el barrio de Malasaña en febrero de 2020, un mes antes de la pandemia. Resistió, la dificultad se hizo callo, y el espacio se ha consolidado como un “punto de encuentro para artesanos del S.XXI”.
En él se ofrecen todo tipo de cursos: desde un taller de “yoga & barro & piscina” a otro de “torno y modelado en pareja” pasando por el de “sombrerería”. Hay sitio para todo si cumple con un denominador común (y lema vital de Eva): ¡échale manos!
Más que una evolución natural, lo de Eva fue algo inevitable porque “no le quedaba otra” que seguir su pasión. Se formó en marketing y moda, trabajó en vestuario de televisión, lanzó varias marcas de ropa y decoración, y se acabó decantando por el cuero porque su cachorro se comió dos alfileres y necesitaba un material que se trabajase únicamente con pegamento. Es así como fundó @encuire.
De manera casual empezó a impartir talleres dirigidos a influencers que quisieran crear su propio bolso. Le gustó tanto la experiencia que le quiso dar continuidad. Dicho y hecho: We Are Handmakers acababa de nacer.
Dedicándose a algo tan tradicional, es inevitable preguntarle sobre el papel de las nuevas tecnologías, y nos confiesa que lucha a diario por aunarlas a las experiencias que ofrecen por medio de la app de reservas, la página web y los kits online. Aunque añade:
“Pero en esto de la artesanía hay que tocar y sentir. Y yo lo siento, pero lo que más me alucina de mi trabajo es ver a la gente, tener contacto con mis alumnos…yo soy muy de tocar (risas), ya sea barro, tela o gente”
En este tiempo, Eva ha podido detectar un patrón en las personas que visitan su taller: suelen acudir con complejo de torpeza, pero acaban sorprendidas con el resultado final de su creación.
Y es que Eva está convencida de que todos somos creativos y que tenemos un “manitas” dentro al que hay que liberar.
“Creo que la creatividad se trabaja y se mejora, pero para ello no hay que ponerse muros, tapujos o etiquetas. Solo hay que hacer, dejarse llevar y no juzgarse…No tenemos que ser los mejores artistas; esto es como ir al gimnasio, se va para ejercitarse, no para ser campeones olímpicos. Yo siempre he dicho que pintaba fatal, hasta que me he puesto y ¡oye, pues tengo mi estilo propio! (risas)”
Entre sus próximos proyectos, a corto plazo le encantaría abrir la “casita WAHM” para hacer retiros y planes de fin de semana en el Escorial. Y a más largo plazo, tiene en mente “mil cositas” como sacar productos hechos por sus makers, organizar eventos de makers para empresas, etc.
Puede dar la sensación de que para Eva no existen los obstáculos. Y confirma las sospechas cuando comenta que el miedo nunca lleva a ninguna parte, que todo es cuestión de probar y que, si no sale bien, la única opción es intentar otra cosa. Eso sí, no ve necesario dejarlo todo; poco a poco también se avanza. Y es que en la vida, como en la artesanía, las mayores satisfacciones se cocinan lento.
Texto: Olya Lungu
Fotografías: Inés Garp
" YO CREO QUE LA ARTESANÍA ESTÁ VOLVIENDO PARA QUEDARSE. ES MUY NECESARIO VOLVER A LOS ORIGENES, A ENTENDER EL VALOR QUE TIENEN LAS COSAS, EL TIEMPO QUE LLEVAN... CREO QUE A LA GENTE LE SIENTA GENIAL Y LE SIRVE UN POCO DE TERAPIA, MÁS ALLA DEL PRODUCTO FINAL QUE HAGA. "
E va es un torbellino. Una superviviente. Y es que decidió abrir We Are Handmakers - mitad taller, mitad escuela, como ella misma lo define - en el barrio de Malasaña en febrero de 2020, un mes antes de la pandemia. Resistió, la dificultad se hizo callo, y el espacio se ha consolidado como un “punto de encuentro para artesanos del S.XXI”.
En él se ofrecen todo tipo de cursos: desde un taller de “yoga & barro & piscina” a otro de “torno y modelado en pareja” pasando por el de “sombrerería”. Hay sitio para todo si cumple con un denominador común (y lema vital de Eva): ¡échale manos!
Más que una evolución natural, lo de Eva fue algo inevitable porque “no le quedaba otra” que seguir su pasión. Se formó en marketing y moda, trabajó en vestuario de televisión, lanzó varias marcas de ropa y decoración, y se acabó decantando por el cuero porque su cachorro se comió dos alfileres y necesitaba un material que se trabajase únicamente con pegamento. Es así como fundó @encuire.
De manera casual empezó a impartir talleres dirigidos a influencers que quisieran crear su propio bolso. Le gustó tanto la experiencia que le quiso dar continuidad. Dicho y hecho: We Are Handmakers acababa de nacer.
Dedicándose a algo tan tradicional, es inevitable preguntarle sobre el papel de las nuevas tecnologías, y nos confiesa que lucha a diario por aunarlas a las experiencias que ofrecen por medio de la app de reservas, la página web y los kits online. Aunque añade:
“Pero en esto de la artesanía hay que tocar y sentir. Y yo lo siento, pero lo que más me alucina de mi trabajo es ver a la gente, tener contacto con mis alumnos…yo soy muy de tocar (risas), ya sea barro, tela o gente”
En este tiempo, Eva ha podido detectar un patrón en las personas que visitan su taller: suelen acudir con complejo de torpeza, pero acaban sorprendidas con el resultado final de su creación.
Y es que Eva está convencida de que todos somos creativos y que tenemos un “manitas” dentro al que hay que liberar.
“Creo que la creatividad se trabaja y se mejora, pero para ello no hay que ponerse muros, tapujos o etiquetas. Solo hay que hacer, dejarse llevar y no juzgarse…No tenemos que ser los mejores artistas; esto es como ir al gimnasio, se va para ejercitarse, no para ser campeones olímpicos. Yo siempre he dicho que pintaba fatal, hasta que me he puesto y ¡oye, pues tengo mi estilo propio! (risas)”
Entre sus próximos proyectos, a corto plazo le encantaría abrir la “casita WAHM” para hacer retiros y planes de fin de semana en el Escorial. Y a más largo plazo, tiene en mente “mil cositas” como sacar productos hechos por sus makers, organizar eventos de makers para empresas, etc.
Puede dar la sensación de que para Eva no existen los obstáculos. Y confirma las sospechas cuando comenta que el miedo nunca lleva a ninguna parte, que todo es cuestión de probar y que, si no sale bien, la única opción es intentar otra cosa. Eso sí, no ve necesario dejarlo todo; poco a poco también se avanza. Y es que en la vida, como en la artesanía, las mayores satisfacciones se cocinan lento.
Texto: Olya Lungu
Fotografías: Inés Garp