" MUCHA GENTE TIENE UN TRABAJO QUE LE LLENA LOS BOLSILLOS, PERO MUY POCA QUE LE LLENE REALMENTE EL CORAZÓN. ENCONTRAR ESE EQUILIBRIO DEBERÍA SER NUESTRO REFERENTE PARA SER MUCHO MÁS FELICES. PARA MI LA PINTURA NO ES UN CAMINO DE ROSAS, PERO CUANDO LO PISAS FUERTE Y FLORECE, SU AROMA Y ATMÓSFERA VALE MIL VECES LA PENA. "
C reativa, talentosa y muy dedicada son solo algunas palabras que nos dejan describir la bonita personalidad de Rebeca. Esta artista nacida en Valencia, tuvo su primer acercamiento al Arte con tan solo unos pocos años de vida. “En mi casa el arte siempre ha estado presente” nos comenta, aludiendo a que la pasión por el oficio viene ya de generaciones anteriores con su "iaio" el pintor valenciano Juan González Alacreu, su tío, el acuarelista Alfredo Sánchis Cortés y su “iaia”, Pilar Sanchis Cortés que realizó cómics y cuentos infantiles, conforman sus raíces creativas.
Dicho esto, la elección de su profesión no le causó dudas. Y es que después de años intensos y de pura dedicación, obtuvo un grado de Bellas Artes en la Universitat Politécnica de València posterior a cursar su último año en la Accademia di Belli Arti di Roma. Esta etapa de su vida ha sido crucial para la construcción de su personalidad artística, permitiéndole innovar, evolucionar y aportar lo mejor de si misma en cada obra.
Sus piezas giran en torno a la naturaleza y su contemplación. las flores silvestres, únicas y puras son elementos que se ha dedicado a estudiar y analizar. “Para mí, siempre han estado ahí.” Resalta, “Las dibujaba en los márgenes de los libros de texto, luego las ilustraba con todo tipo de técnicas y más tarde fueron presentadas como mi trabajo final de carrera, hasta convertirlas en el pretexto de mi trabajo y carrera pictórica”.
“La intención de mi obra es plasmar desde la naturaleza más pura (si es que esto se puede decir), cuidada y enriquecida, hasta la maleza más hostil alabada y llevada a su máximo esplendor. La tierra nuestra madre y sus flores sus hijas, sonriendo libres, atadas, delicadas e imponentes a un mundo cruel a la par que bello, que se cierne antes ellas”.
Actualmente Rebeca trabaja su arte a través de una inspiración que surge muchas veces en su estudio personal, un lugar que entremezcla paz, armonía, creatividad y trabajo, pero que también le transmite esa sensación de hogar en el que sentirse totalmente relajada para que la magia fluya. Un templo desde el cual dar vida a toda su creatividad plasmándola con la pintura, pero además con pequeños proyectos personalizados relacionados con el diseño gráfico, algo que siempre le había llamado la atención y a día de hoy disfruta enormemente.
Rebeca López nos invita a reflexionar acerca de nuestros hábitos y la manera en que accionamos sobre el ambiente. En un mundo que ha sido constantemente maltratado y descuidado, sus bellas flores representan un alto, un llamado a la acción y a la apreciación de la naturaleza que tiene tanto que ofrecernos espiritualmente. en fin, “Un mundo que vale la pena, la alegría y su contemplación”.
Texto: Rocío Armentano
Fotografías: Victor González Bueno
" MUCHA GENTE TIENE UN TRABAJO QUE LE LLENA LOS BOLSILLOS, PERO MUY POCA QUE LE LLENE REALMENTE EL CORAZÓN. ENCONTRAR ESE EQUILIBRIO DEBERÍA SER NUESTRO REFERENTE PARA SER MUCHO MÁS FELICES. PARA MI LA PINTURA NO ES UN CAMINO DE ROSAS, PERO CUANDO LO PISAS FUERTE Y FLORECE, SU AROMA Y ATMÓSFERA VALE MIL VECES LA PENA. "
C reativa, talentosa y muy dedicada son solo algunas palabras que nos dejan describir la bonita personalidad de Rebeca. Esta artista nacida en Valencia, tuvo su primer acercamiento al Arte con tan solo unos pocos años de vida. “En mi casa el arte siempre ha estado presente” nos comenta, aludiendo a que la pasión por el oficio viene ya de generaciones anteriores con su "iaio" el pintor valenciano Juan González Alacreu, su tío, el acuarelista Alfredo Sánchis Cortés y su “iaia”, Pilar Sanchis Cortés que realizó cómics y cuentos infantiles, conforman sus raíces creativas.
Dicho esto, la elección de su profesión no le causó dudas. Y es que después de años intensos y de pura dedicación, obtuvo un grado de Bellas Artes en la Universitat Politécnica de València posterior a cursar su último año en la Accademia di Belli Arti di Roma. Esta etapa de su vida ha sido crucial para la construcción de su personalidad artística, permitiéndole innovar, evolucionar y aportar lo mejor de si misma en cada obra.
Sus piezas giran en torno a la naturaleza y su contemplación. las flores silvestres, únicas y puras son elementos que se ha dedicado a estudiar y analizar. “Para mí, siempre han estado ahí.” Resalta, “Las dibujaba en los márgenes de los libros de texto, luego las ilustraba con todo tipo de técnicas y más tarde fueron presentadas como mi trabajo final de carrera, hasta convertirlas en el pretexto de mi trabajo y carrera pictórica”.
“La intención de mi obra es plasmar desde la naturaleza más pura (si es que esto se puede decir), cuidada y enriquecida, hasta la maleza más hostil alabada y llevada a su máximo esplendor. La tierra nuestra madre y sus flores sus hijas, sonriendo libres, atadas, delicadas e imponentes a un mundo cruel a la par que bello, que se cierne antes ellas”.
Actualmente Rebeca trabaja su arte a través de una inspiración que surge muchas veces en su estudio personal, un lugar que entremezcla paz, armonía, creatividad y trabajo, pero que también le transmite esa sensación de hogar en el que sentirse totalmente relajada para que la magia fluya. Un templo desde el cual dar vida a toda su creatividad plasmándola con la pintura, pero además con pequeños proyectos personalizados relacionados con el diseño gráfico, algo que siempre le había llamado la atención y a día de hoy disfruta enormemente.
Rebeca López nos invita a reflexionar acerca de nuestros hábitos y la manera en que accionamos sobre el ambiente. En un mundo que ha sido constantemente maltratado y descuidado, sus bellas flores representan un alto, un llamado a la acción y a la apreciación de la naturaleza que tiene tanto que ofrecernos espiritualmente. en fin, “Un mundo que vale la pena, la alegría y su contemplación”.
Texto: Rocío Armentano
Fotografías: Victor González Bueno