" CON MIGAYO CONSIGO CREAR PIEZAS DE JOYERÍA ÚNICAS QUE CUENTAN LA HISTORIA DE QUIÉN HA VENIDO A VERME. JOYAS EN LAS QUE INTENTO PONER EN VALOR PIEZAS A VECES OLVIDADAS, GUARDADAS POR SU CARGA SENTIMENTAL PERO NUNCA LLEVADAS, Y QUE A TRAVÉS DE LA LLAMA DE FUEGO CONSIGO DARLES UNA NUEVA VIDA CON UNA CARGA SIMBÓLICA MUY IMPORTANTE ".
E l arte de contar historias es una habilidad única. Transmitir sensaciones o sentimientos de dentro hacia fuera, es una forma de abrir nuestro alma como si de un libro se tratara. Un poema, una canción, una carta o incluso a través de piezas de joyería.
Celia Gayo ha sido una de esas personas. Desde que acabó sus estudios de arquitectura ha creado y expresado a través de líneas, dibujos o formas geométricas en una forma de diseñar por y para los demás. Sin embargo, el tiempo le demostró que a veces, es necesario parar y reflexionar sobre si aquello que hacía en su día a día realmente le emocionaba. El destino le acercó poco a poco al mundo de la joyería artesanal. Un ámbito nuevo al que aterrizó de forma improvisada en un momento de su vida en el que decidió hacer una pausa.
“Fue un tiempo de búsqueda personal en el que decidí hacer un pequeño curso de modelado de cera y me gustó mucho las posibilidades creativas del proceso. Justo en ese momento, se iniciaron las pruebas de acceso al grado en joyería y me acerqué a probar. Poco a poco, descubrí que la joyería tenía un poder simbólico muy potente que me atrajo desde el principio”.
Celia encontró en la joyería artesanal un lugar donde evadirse, encontrar su momento de conexión personal y una oportunidad única para trabajar con las manos, de forma paralela a su trabajo principal como diseñadora web. Una actividad que conseguía bajar las altas pulsaciones que llevaba incorporadas desde hacía tiempo en su ritmo de vida. Un camino totalmente diferente al que su personalidad impulsiva y productiva le ofrecía en su día a día. “La joyería me hacía ralentizarme. La minuciosidad del trabajo pedía pausa y empecé a abrazar el detenimiento y a ver realmente lo que me rodeaba, centrándome en el momento” – nos cuenta Celia.
De aquellos inicios surgieron pequeñas colecciones en plata que vendía en mercados de diseño. Una experiencia bonita, pero que le hacía sentir que esa forma de producir rápido promovía un consumo impulsivo, algo que no le hacía feliz. Reflexionó sobre que era aquello que quería realmente. Llegando a la conclusión que sus joyas tenían que, más allá de la belleza, transmitir a través de un valor simbólico que fuera importante para aquellas personas que las llevaran.
“Quería hacer piezas que perduraran, que no se olvidaran en un cajón al cabo de un tiempo, así que comencé a hacer joyas a medida, piezas únicas que contaran una historia personal”.
Y así llegó Celia hasta el día de hoy, en el que desde su pequeño taller se encarga de realizar piezas de joyería únicas en un proceso en el que el simbolismo, la historia que hay detrás de las personas y el proceso de creación es sin duda, lo más importante. En ese pequeño espacio, Celia comienza una charla, que de manera muy natural le ayuda a conocer la historia que hay detrás de cada pieza, y el valor emocional que tiene para cada persona. Un concepto, una manera de trabajar el metal que oriente a Celia a expresar a través de la joya aquello que se quiere transmitir. Un proceso en el que la artesanía y la calma se combinan para sumergirse en un momento artístico que da lugar a piezas con una personalidad indescriptible. Además, en algún ocasión Celia trabaja en alguna pequeña colección que evoque a través de la belleza aspectos que coincidan en una historia común. Es el caso de su última colección "Campo", en la cual transmite la esencia de todos esos pequeños detalles relacionados con los campos por los que pasamos tantos momentos disfrutando de la naturaleza.
Contar historias a través de joyas con un valor emocional es la mayor satisfacción de Celia, que durante los últimos años ha conseguido convertir la joyería en su pasión y su trabajo. Algo que le ha permitido conocer a personas con historias preciosas y que, a su vez, le emociona que sean compartidas con ella. Crear joyas que perduren en el tiempo, tanto físicamente como cada una de sus historias, su pasado y su fuerza. Un lujo silencioso que ayuda a aproximar el pasado al presente y aporta un valor simbólico para toda una vida.
Fotografías: @dosmasenlamesa
" CON MIGAYO CONSIGO CREAR PIEZAS DE JOYERÍA ÚNICAS QUE CUENTAN LA HISTORIA DE QUIÉN HA VENIDO A VERME. JOYAS EN LAS QUE INTENTO PONER EN VALOR PIEZAS A VECES OLVIDADAS, GUARDADAS POR SU CARGA SENTIMENTAL PERO NUNCA LLEVADAS, Y QUE A TRAVÉS DE LA LLAMA DE FUEGO CONSIGO DARLES UNA NUEVA VIDA CON UNA CARGA SIMBÓLICA MUY IMPORTANTE ".
E l arte de contar historias es una habilidad única. Transmitir sensaciones o sentimientos de dentro hacia fuera, es una forma de abrir nuestro alma como si de un libro se tratara. Un poema, una canción, una carta o incluso a través de piezas de joyería.
Celia Gayo ha sido una de esas personas. Desde que acabó sus estudios de arquitectura ha creado y expresado a través de líneas, dibujos o formas geométricas en una forma de diseñar por y para los demás. Sin embargo, el tiempo le demostró que a veces, es necesario parar y reflexionar sobre si aquello que hacía en su día a día realmente le emocionaba. El destino le acercó poco a poco al mundo de la joyería artesanal. Un ámbito nuevo al que aterrizó de forma improvisada en un momento de su vida en el que decidió hacer una pausa.
“Fue un tiempo de búsqueda personal en el que decidí hacer un pequeño curso de modelado de cera y me gustó mucho las posibilidades creativas del proceso. Justo en ese momento, se iniciaron las pruebas de acceso al grado en joyería y me acerqué a probar. Poco a poco, descubrí que la joyería tenía un poder simbólico muy potente que me atrajo desde el principio”.
Celia encontró en la joyería artesanal un lugar donde evadirse, encontrar su momento de conexión personal y una oportunidad única para trabajar con las manos, de forma paralela a su trabajo principal como diseñadora web. Una actividad que conseguía bajar las altas pulsaciones que llevaba incorporadas desde hacía tiempo en su ritmo de vida. Un camino totalmente diferente al que su personalidad impulsiva y productiva le ofrecía en su día a día. “La joyería me hacía ralentizarme. La minuciosidad del trabajo pedía pausa y empecé a abrazar el detenimiento y a ver realmente lo que me rodeaba, centrándome en el momento” – nos cuenta Celia.
De aquellos inicios surgieron pequeñas colecciones en plata que vendía en mercados de diseño. Una experiencia bonita, pero que le hacía sentir que esa forma de producir rápido promovía un consumo impulsivo, algo que no le hacía feliz. Reflexionó sobre que era aquello que quería realmente. Llegando a la conclusión que sus joyas tenían que, más allá de la belleza, transmitir a través de un valor simbólico que fuera importante para aquellas personas que las llevaran.
“Quería hacer piezas que perduraran, que no se olvidaran en un cajón al cabo de un tiempo, así que comencé a hacer joyas a medida, piezas únicas que contaran una historia personal”.
Y así llegó Celia hasta el día de hoy, en el que desde su pequeño taller se encarga de realizar piezas de joyería únicas en un proceso en el que el simbolismo, la historia que hay detrás de las personas y el proceso de creación es sin duda, lo más importante. En ese pequeño espacio, Celia comienza una charla, que de manera muy natural le ayuda a conocer la historia que hay detrás de cada pieza, y el valor emocional que tiene para cada persona. Un concepto, una manera de trabajar el metal que oriente a Celia a expresar a través de la joya aquello que se quiere transmitir. Un proceso en el que la artesanía y la calma se combinan para sumergirse en un momento artístico que da lugar a piezas con una personalidad indescriptible. Además, en algún ocasión Celia trabaja en alguna pequeña colección que evoque a través de la belleza aspectos que coincidan en una historia común. Es el caso de su última colección "Campo", en la cual transmite la esencia de todos esos pequeños detalles relacionados con los campos por los que pasamos tantos momentos disfrutando de la naturaleza.
Contar historias a través de joyas con un valor emocional es la mayor satisfacción de Celia, que durante los últimos años ha conseguido convertir la joyería en su pasión y su trabajo. Algo que le ha permitido conocer a personas con historias preciosas y que, a su vez, le emociona que sean compartidas con ella. Crear joyas que perduren en el tiempo, tanto físicamente como cada una de sus historias, su pasado y su fuerza. Un lujo silencioso que ayuda a aproximar el pasado al presente y aporta un valor simbólico para toda una vida.
Fotografías: Dos más en la mesa