"CONECTAR CON LA AUDIENCIA ES PRIMORDIAL Y A LA VEZ UNA DE LAS COSAS MÁS COMPLICADAS COMO INTÉRPRETE DE MÚSICA CLÁSICA. ASÍ QUE, CUANDO HAGO AL PÚBLICO DISFRUTAR, ENTENDER Y EMOCIONARSE, LES HAGO PERCIBIR QUE LA MÚSICA CLÁSICA NO TIENE FECHA DE CADUCIDAD Y QUE SU BELLEZA ES ATEMPORAL. ESA ES MI MAYOR SATISFACCIÓN ".
T an sólo algunas personas afortunadas son capaces de enamorarse a primera vista en algún momento determinado. Y no hablamos exclusivamente del amor hacia una persona. Sino caer rendido a través de nuestros ojos ante la belleza de diferentes aspectos de la vida. Personas soñadoras, especialmente sensibles ante lo que les rodea que de forma natural se sienten atraídas por algo que las hace sentir únicas. Sin planearlo, sin esperarlo o incluso sin intuirlo. La arquitectura, la escritura, el teatro o la música son algunas de esas disciplinas. Es así como Maria Coll se acercó sin apenas darse cuenta al mundo de la música clásica y al violonchelo.
Y es que la joven catalana tan sólo era una niña de seis años cuando descubrió un instrumento de cuerda, que desde el primer momento le llamó la atención. “Un día acompañé a mi hermana mayor a su escuela de música; tenía un ensayo de orquesta. Yo entonces era demasiado pequeña para inscribirme, así que me quedé mirando de lejos. Fue allí donde vi dos niñas tocando el violonchelo, y al salir, le dije a mi familia: yo quiero hacer eso”, nos cuenta Maria con una sonrisa. Son los recuerdos de esos primeros años en los que su atracción natural hacia la música era más que evidente. Desde entonces, el interés por la música clásica de Maria fue creciendo progresivamente, hasta tal punto que comenzó a leer los libros de música de sus hermanas y aprendió solfeo por su cuenta. Lo que para cualquier persona podría ser complicado para ella era interesante, un momento divertido donde desarrollar una habilidad artística totalmente natural.
A lo largo de los años, Maria ha sido capaz de formarse de forma continua con constancia y esfuerzo como bases fundamentales para llegar hasta el lugar en el que hoy se encuentra. “La disciplina y la dedicación son primordiales en el mundo de la música clásica. Por suerte, a mí nunca se me impuso como una obligación, sino que salió naturalmente de mis ganas de mejorar el instrumento”, afirma Maria. Un camino largo, lleno de esfuerzo y pasión que le ha aportado una gran satisfacción personal, siendo capaz de superar dificultades técnicas desde una edad muy temprana. Un aprendizaje que tal y como ella misma afirma “he podido adaptar a diferentes ámbitos de mi vida”.
Sin embargo, a pesar de tener una conexión especial con el violonchelo desde la infancia, el camino de Maria no siempre fue sencillo y las dudas sobre si aquella pasión podría convertirla en su trabajo estuvieron presentes en diferentes momentos de su vida. Especialmente en su etapa escolar, en un sistema educativo donde las disciplinas artísticas se consideran como un mero hobbie, alejadas del rol principal de otras asignaturas. “Mientras veía que las cualidades científicas de mis compañeros se premiaban, mi interés por la música clásica se veía castigado en las aulas; incluso algunos profesores me llegaron a comentar, cuando tomé la decisión de dedicarme profesionalmente al violonchelo, que por que quería desperdiciar mi vida cuando había otras asignaturas que se me daban bien”, afirma Maria. Una cruda realidad, que aun así no logro influenciarle. Gracias a su convencimiento y al apoyo familiar la artista catalana decidió dejarse llevar por su intuición. Y es que la verdadera pasión siempre vence lo racional. No siempre es el camino fácil, pero si realmente sientes que te acerca a la felicidad, merece la pena luchar por ello. Y así lo hizo. Continuó formándose en su escuela e instituto para más tarde avanzar a unos estudios superiores que le han convertido en violonchelista profesional y le han brindado la oportunidad de trabajar con multitud de profesionales del mundo de la música clásica ayudándole a crecer día a día. A su vez, ha participado en diferentes conciertos y eventos internacionales como The New World Center en Miami Beach, The Concertgebouw en Amsterdam o The Musiikkitalo en Helsinki. Escenarios musicales internacionales en los que ha podido transmitir la esencia de obras rescatadas del pasado. Una amplia variedad de piezas musicales del siglo XVI, pero también otras contemporáneas con las que consigue deleitar al público y hacerles sentir su amor por este bonito instrumento. A día de hoy, Maria combina conciertos como solista, así como recitales de piano y violonchelo donde el trabajo en equipo es parte fundamental para conseguir conectar con el público.
Maria es ejemplo de valentía, persistencia y voluntad por perseguir su sueño. Una mujer luchadora que ha conseguido convertir su pasión en su forma de vida. Algo que no es fácil, pero vale mucho la pena. “Diría que para descubrir tu propósito es esencial escucharse a uno mismo, sin las interferencias del mundo exterior, y encontrar tu individualidad. Una vez entiendes que es lo especial que puedes aportar, todo fluye y es más sencillo”, concluye Maria. Un consejo que transmite luz, la misma que nos regala cada vez que hace sonar las cuerdas de su violonchelo.
Fotografías: Marc Díez / George Fisher / Iram López
"CONECTAR CON LA AUDIENCIA ES PRIMORDIAL Y A LA VEZ UNA DE LAS COSAS MÁS COMPLICADAS COMO INTÉRPRETE DE MÚSICA CLÁSICA. ASÍ QUE, CUANDO HAGO AL PÚBLICO DISFRUTAR, ENTENDER Y EMOCIONARSE, LES HAGO PERCIBIR QUE LA MÚSICA CLÁSICA NO TIENE FECHA DE CADUCIDAD Y QUE SU BELLEZA ES ATEMPORAL. ESA ES MI MAYOR SATISFACCIÓN ".
T an sólo algunas personas afortunadas son capaces de enamorarse a primera vista en algún momento determinado. Y no hablamos exclusivamente del amor hacia una persona. Sino caer rendido a través de nuestros ojos ante la belleza de diferentes aspectos de la vida. Personas soñadoras, especialmente sensibles ante lo que les rodea que de forma natural se sienten atraídas por algo que las hace sentir únicas. Sin planearlo, sin esperarlo o incluso sin intuirlo. La arquitectura, la escritura, el teatro o la música son algunas de esas disciplinas. Es así como Maria Coll se acercó sin apenas darse cuenta al mundo de la música clásica y al violonchelo.
Y es que la joven catalana tan sólo era una niña de seis años cuando descubrió un instrumento de cuerda, que desde el primer momento le llamó la atención. “Un día acompañé a mi hermana mayor a su escuela de música; tenía un ensayo de orquesta. Yo entonces era demasiado pequeña para inscribirme, así que me quedé mirando de lejos. Fue allí donde vi dos niñas tocando el violonchelo, y al salir, le dije a mi familia: yo quiero hacer eso”, nos cuenta Maria con una sonrisa. Son los recuerdos de esos primeros años en los que su atracción natural hacia la música era más que evidente. Desde entonces, el interés por la música clásica de Maria fue creciendo progresivamente, hasta tal punto que comenzó a leer los libros de música de sus hermanas y aprendió solfeo por su cuenta. Lo que para cualquier persona podría ser complicado para ella era interesante, un momento divertido donde desarrollar una habilidad artística totalmente natural.
A lo largo de los años, Maria ha sido capaz de formarse de forma continua con constancia y esfuerzo como bases fundamentales para llegar hasta el lugar en el que hoy se encuentra. “La disciplina y la dedicación son primordiales en el mundo de la música clásica. Por suerte, a mí nunca se me impuso como una obligación, sino que salió naturalmente de mis ganas de mejorar el instrumento”, afirma Maria. Un camino largo, lleno de esfuerzo y pasión que le ha aportado una gran satisfacción personal, siendo capaz de superar dificultades técnicas desde una edad muy temprana. Un aprendizaje que tal y como ella misma afirma “he podido adaptar a diferentes ámbitos de mi vida”.
Sin embargo, a pesar de tener una conexión especial con el violonchelo desde la infancia, el camino de Maria no siempre fue sencillo y las dudas sobre si aquella pasión podría convertirla en su trabajo estuvieron presentes en diferentes momentos de su vida. Especialmente en su etapa escolar, en un sistema educativo donde las disciplinas artísticas se consideran como un mero hobbie, alejadas del rol principal de otras asignaturas. “Mientras veía que las cualidades científicas de mis compañeros se premiaban, mi interés por la música clásica se veía castigado en las aulas; incluso algunos profesores me llegaron a comentar, cuando tomé la decisión de dedicarme profesionalmente al violonchelo, que por que quería desperdiciar mi vida cuando había otras asignaturas que se me daban bien”, afirma Maria. Una cruda realidad, que aun así no logro influenciarle. Gracias a su convencimiento y al apoyo familiar la artista catalana decidió dejarse llevar por su intuición. Y es que la verdadera pasión siempre vence lo racional. No siempre es el camino fácil, pero si realmente sientes que te acerca a la felicidad, merece la pena luchar por ello. Y así lo hizo. Continuó formándose en su escuela e instituto para más tarde avanzar a unos estudios superiores que le han convertido en violonchelista profesional y le han brindado la oportunidad de trabajar con multitud de profesionales del mundo de la música clásica ayudándole a crecer día a día. A su vez, ha participado en diferentes conciertos y eventos internacionales como The New World Center en Miami Beach, The Concertgebouw en Amsterdam o The Musiikkitalo en Helsinki. Escenarios musicales internacionales en los que ha podido transmitir la esencia de obras rescatadas del pasado. Una amplia variedad de piezas musicales del siglo XVI, pero también otras contemporáneas con las que consigue deleitar al público y hacerles sentir su amor por este bonito instrumento. A día de hoy, Maria combina conciertos como solista, así como recitales de piano y violonchelo donde el trabajo en equipo es parte fundamental para conseguir conectar con el público.
Maria es ejemplo de valentía, persistencia y voluntad por perseguir su sueño. Una mujer luchadora que ha conseguido convertir su pasión en su forma de vida. Algo que no es fácil, pero vale mucho la pena. “Diría que para descubrir tu propósito es esencial escucharse a uno mismo, sin las interferencias del mundo exterior, y encontrar tu individualidad. Una vez entiendes que es lo especial que puedes aportar, todo fluye y es más sencillo”, concluye Maria. Un consejo que transmite luz, la misma que nos regala cada vez que hace sonar las cuerdas de su violonchelo.
Fotografías: Marc Díez / George Fisher / Iram López