"EL PUNTO DE PARTIDA DE MIS CREACIONES FLORALES SUELE SER UNA TEXTURA, UNA ESPECIE VEGETAL... Y LO QUE BUSCO ES LLEVARLA A UNA ESCALA POCO HABITUAL QUE LLEGUE A EMOCIONAR Y SORPRENDER. QUIERO QUE IMPACTE PARA INCITAR CIERTA REFLEXIÓN O PROCESO DE CURIOSIDAD PERSONAL."
Q uizás parezca fruto de la casualidad. Pero ese cúmulo de circunstancias implosionó por estar “muy abierta a aprender y a explorar vertientes nuevas de mí misma y del mundo creativo”. Así define Maria Eugenia Diego el salto de arquitecta en el sector retail a artista floral primero para LOEWE Flores, y después con su propio proyecto: KOKON. Lo suyo con las flores fue un encuentro. Y el coqueteo evolucionó rápidamente a romance. Su fascinación emana de la profundidad del mundo floral. No hay lugar al aburrimiento; solo existe la creación, la diversión, el aprendizaje.
Irónicamente, a pesar del ritmo de trabajo frenético típico del sector, Mariu ha encontrado en él su Ikigai: “trabajar con materia viva me calma; cuando me pongo a componer sin querer fácilmente entro en un estado de atención y serenidad en diálogo con las flores bastante
especial”. Trabaja con materiales vivos, delicados. Y muchas veces, efímeros.
“Para mí las flores son elementos que nos transmiten muchísimo de manera silenciosa: nos hablan de lo importante que es rodearnos de belleza, aunque sea en un apartamento de 30 metros cuadrados. De valorar los detalles y la complejidad de lo que nos rodea y al mismo tiempo, de lo efímero que es todo esto. A mí también me sirven para apreciar aspectos como la belleza de lo decadente, de lo que no es fresco y joven…y de la muerte como una etapa más de la vida.”
Toda la conversación pivota en torno a la belleza. Ella cree que subestimamos su importancia en nuestro estado de ánimo por considerarlo algo superficial. “Todos lo hemos experimentado. El confinamiento disparó la venta de flores y plantas de manera increíble. El vínculo con la naturaleza y todo su despliegue increíble de efectos y color, está escrito en nuestros genes desde hace mucho frente al tiempo que llevamos buscando estímulos a través de otros formatos más actuales. Todavía no conozco a nadie que al dar un paseo por la naturaleza se ponga tenso”, nos cuenta la artista.
La definen como uno de los máximos exponentes del arte floral de la capital. Pero a ella el éxito le parece una palabra lejana. Ve KOKON como un proyecto en ciernes, con sus primeros brotes. Está en ese limbo incierto de proyecto personal a punto de hacerse factible a nivel laboral. Mientras, sigue regando. Uno de sus mayores logros hasta la fecha es su participación como artista invitada del festival FLORA en Córdoba, con una performance floral. Fue especial ver cómo su pasión tenía cabida en el mundo del arte y la cultura.
Aun así, cree (y espera) que el proyecto del que más orgullosa se sienta esté aún por llegar. Nos cuenta que tiene la sensación interna de tener mucha energía contenida para crear en formatos más grandes y conceptos más potentes. Por limitaciones propias o económicas hasta ahora no le ha sido posible. Pero sigue empujando. Y da un consejo a todos los que, como ella, tenían miedo de lanzarse a transitar caminos desconocidos: “Hay que empezar a exponerse. Y hay que hacerlo cuanto antes. En mi opinión, al principio no importa tanto la “alta calidad” o perfección del plan, sino ponerse en movimiento. El camino que queda por delante es largo y de mucho aprendizaje, así que, cuando no comenzamos por miedo a si funcionará, estamos perdiendo la oportunidad de, al menos, probar y confirmarlo”.
Mariu está probando. Y confirmando.
Texto: Olya Lungu
Fotografías: Ana Paes / Blanca Valdés / Adrián Ríos
"EL PUNTO DE PARTIDA DE MIS CREACIONES FLORALES SUELE SER UNA TEXTURA, UNA ESPECIE VEGETAL... Y LO QUE BUSCO ES LLEVARLA A UNA ESCALA POCO HABITUAL QUE LLEGUE A EMOCIONAR Y SORPRENDER. QUIERO QUE IMPACTE PARA INCITAR CIERTA REFLEXIÓN O PROCESO DE CURIOSIDAD PERSONAL."
Q uizás parezca fruto de la casualidad. Pero ese cúmulo de circunstancias implosionó por estar “muy abierta a aprender y a explorar vertientes nuevas de mí misma y del mundo creativo”. Así define Maria Eugenia Diego el salto de arquitecta en el sector retail a artista floral primero para LOEWE Flores, y después con su propio proyecto: KOKON. Lo suyo con las flores fue un encuentro. Y el coqueteo evolucionó rápidamente a romance. Su fascinación emana de la profundidad del mundo floral. No hay lugar al aburrimiento; solo existe la creación, la diversión, el aprendizaje.
Irónicamente, a pesar del ritmo de trabajo frenético típico del sector, Mariu ha encontrado en él su Ikigai: “trabajar con materia viva me calma; cuando me pongo a componer sin querer fácilmente entro en un estado de atención y serenidad en diálogo con las flores bastante
especial”. Trabaja con materiales vivos, delicados. Y muchas veces, efímeros.
“Para mí las flores son elementos que nos transmiten muchísimo de manera silenciosa: nos hablan de lo importante que es rodearnos de belleza, aunque sea en un apartamento de 30 metros cuadrados. De valorar los detalles y la complejidad de lo que nos rodea y al mismo tiempo, de lo efímero que es todo esto. A mí también me sirven para apreciar aspectos como la belleza de lo decadente, de lo que no es fresco y joven…y de la muerte como una etapa más de la vida.”
Toda la conversación pivota en torno a la belleza. Ella cree que subestimamos su importancia en nuestro estado de ánimo por considerarlo algo superficial. “Todos lo hemos experimentado. El confinamiento disparó la venta de flores y plantas de manera increíble. El vínculo con la naturaleza y todo su despliegue increíble de efectos y color, está escrito en nuestros genes desde hace mucho frente al tiempo que llevamos buscando estímulos a través de otros formatos más actuales. Todavía no conozco a nadie que al dar un paseo por la naturaleza se ponga tenso”, nos cuenta la artista.
La definen como uno de los máximos exponentes del arte floral de la capital. Pero a ella el éxito le parece una palabra lejana. Ve KOKON como un proyecto en ciernes, con sus primeros brotes. Está en ese limbo incierto de proyecto personal a punto de hacerse factible a nivel laboral. Mientras, sigue regando. Uno de sus mayores logros hasta la fecha es su participación como artista invitada del festival FLORA en Córdoba, con una performance floral. Fue especial ver cómo su pasión tenía cabida en el mundo del arte y la cultura.
Aun así, cree (y espera) que el proyecto del que más orgullosa se sienta esté aún por llegar. Nos cuenta que tiene la sensación interna de tener mucha energía contenida para crear en formatos más grandes y conceptos más potentes. Por limitaciones propias o económicas hasta ahora no le ha sido posible. Pero sigue empujando. Y da un consejo a todos los que, como ella, tenían miedo de lanzarse a transitar caminos desconocidos: “Hay que empezar a exponerse. Y hay que hacerlo cuanto antes. En mi opinión, al principio no importa tanto la “alta calidad” o perfección del plan, sino ponerse en movimiento. El camino que queda por delante es largo y de mucho aprendizaje, así que, cuando no comenzamos por miedo a si funcionará, estamos perdiendo la oportunidad de, al menos, probar y confirmarlo”.
Mariu está probando. Y confirmando.
Texto: Olya Lungu
Fotografías: Ana Paes / Blanca Valdés / Adrián Ríos