"GALOPINA ES UN LUGAR QUE FUE ENCONTRADO Y CREADO POR NOSOTROS. CADA PEQUEÑO DETALLE, CADA RINCÓN TRANSMITE NUESTRA PASIÓN POR DIFERENTES ASPECTOS DE LA VIDA. DESDE LOS MUEBLES ANTIGUOS, LOS PAISAJES QUE NOS RODEAN, LAS PLANTAS NATURALES O LA GASTRONOMÍA QUE OFRECEMOS. TODO GIRA EN TORNO A UN COMÚN DENOMINADOR: LA PASIÓN POR LO QUE HACEMOS ".
L a consecución de un sueño suele comenzar con un salto al vacío. Un impulso lleno de incertidumbre e ilusión a partes iguales, ese pequeño gesto de locura que nos acompañe a buscar aquello que creemos merece la pena. Fue así como Guillaume y Elisa, fundadores de Galopina se dieron la oportunidad de construir y convertir una casa silvestre en un hogar y a su vez, un lugar mágico pensado y diseñado “con sus propias manos y cocinado a fuego lento”.
A pesar de no tener experiencia previa en el mundo del turismo y el hospedaje, la pareja inició esta aventura tras una estancia en un hotel ubicado en Portugal, el cual les inspiró a través de su calma, serenidad y ambiente relajado. De ahí surgió una idea inicial que decidieron cristalizar, como una forma de salir de su zona de confort y vivir al mismo tiempo una auténtica aventura. El lugar elegido, un pequeño rincón perteneciente al estado mexicano de Yucatán. Una ubicación perfecta para desconectar del día a día, rodeada de vegetación autóctona y un punto perfecto para disfrutar del silencio y la tranquilidad. “La casa está en medio de un terreno de 7 hectáreas y nuestro vecino más cercano es una hacienda a 1km de distancia. Estar en medio de la vegetación aporta una inmersión inmediata y espontánea en la naturaleza”, nos relata Guillaume.
Galopina se ha convertido en muy poco tiempo en el oasis perfecto para poder encontrar un verdadero momento de descanso, así como leer un libro, meditar, un chapuzón en la piscina o reconectar con lo esencial. Los pequeños placeres de la vida. Aquellos que inconscientemente tendemos a olvidar y que necesitamos recuperar en cierta manera para mantener el equilibrio. La Hacienda está formada por cómodas y espaciosas habitaciones con terraza o porche que permiten disfrutar de sus cálidos atardeceres. Entre sus servicios, destacan sus frescos desayunos, cenas y su Honesty Bar, en el que los huéspedes pueden servirse ellos mismos promoviendo un ambiente relajado que les hace sentir como en casa. Un espacio pensado para percibir los pequeños detalles de cada uno de los momentos vividos y conseguir que su estancia perdure en la memoria de todo aquel que lo visita.
Pero, ¿cómo se puede conseguir transmitir esa sensación de paz y serenidad desde el primer momento que atraviesas sus puertas? Sus fundadores lo tienen claro. “Para crear Galopina nos inspiramos en lo minimalista de las casas escandinavas, lo reconfortante de las casas de campo francesas y en los colores y texturas de México. Todos nuestros muebles son recuperados, todos han tenido un pasado y aquí les hemos dado una segunda vida, convirtiendo cada espacio de la casa en un lugar con personalidad”, nos explica con una sonrisa Elisa. Unos espacios donde las plantas naturales, así como una combinación de objetos antiguos de madera son claves para conseguir un ambiente indescriptible.
Galopina es un lugar de referencia para poder descubrir y conocer en profundidad la cultura maya. Y es que la ubicación de esta pequeña casa silvestre permite al huésped poder visitar pueblos mágicos como Izanal, Valladolid, Maní o Mérida, importante capital de Yucatán. Además, reconectar con la naturaleza es uno de los must de la estancia en Galopina, llevando a cabo diferentes actividades como observar las aves, visitar ruinas arqueológicas, conocer algunos de los cenotes de la zona o disfrutar de bonitos paseos en los alrededores de la casa.
“Nuestra mayor satisfacción es haber podido crear y materializar nuestro sueño, ir dándole forma lentamente, saber que la gente entiende nuestro concepto y lo que queremos transmitir.”
Galopina es sin duda un lugar mágico en el que además de disfrutar de la experiencia conecta personas e invitados de diferentes puntos del planeta, consiguiendo una riqueza multicultural difícil de encontrar en otros alojamientos. “Es un placer y honor que las personas decidan pasar unos días en Galopina. Formar parte de los recuerdos de nuestros huéspedes, esa es la mayor de las satisfacciones y recompensas”, nos comenta Elisa despidiéndose con una sonrisa plena y transparente. Esa que confirma que este precioso proyecto es un fiel reflejo de la vitalidad y alegría que sus fundadores transmiten. Un lugar sencillamente mágico.
Fotografías: Chloe Fayollas / Jasson Rodriguez
"GALOPINA ES UN LUGAR QUE FUE ENCONTRADO Y CREADO POR NOSOTROS. CADA PEQUEÑO DETALLE, CADA RINCÓN TRANSMITE NUESTRA PASIÓN POR DIFERENTES ASPECTOS DE LA VIDA. DESDE LOS MUEBLES ANTIGUOS, LOS PAISAJES QUE NOS RODEAN, LAS PLANTAS NATURALES O LA GASTRONOMÍA QUE OFRECEMOS. TODO GIRA EN TORNO A UN COMÚN DENOMINADOR: LA PASIÓN POR LO QUE HACEMOS ".
L a consecución de un sueño suele comenzar con un salto al vacío. Un impulso lleno de incertidumbre e ilusión a partes iguales, ese pequeño gesto de locura que nos acompañe a buscar aquello que creemos merece la pena. Fue así como Guillaume y Elisa, fundadores de Galopina se dieron la oportunidad de construir y convertir una casa silvestre en un hogar y a su vez, un lugar mágico pensado y diseñado “con sus propias manos y cocinado a fuego lento”.
A pesar de no tener experiencia previa en el mundo del turismo y el hospedaje, la pareja inició esta aventura tras una estancia en un hotel ubicado en Portugal, el cual les inspiró a través de su calma, serenidad y ambiente relajado. De ahí surgió una idea inicial que decidieron cristalizar, como una forma de salir de su zona de confort y vivir al mismo tiempo una auténtica aventura. El lugar elegido, un pequeño rincón perteneciente al estado mexicano de Yucatán. Una ubicación perfecta para desconectar del día a día, rodeada de vegetación autóctona y un punto perfecto para disfrutar del silencio y la tranquilidad. “La casa está en medio de un terreno de 7 hectáreas y nuestro vecino más cercano es una hacienda a 1km de distancia. Estar en medio de la vegetación aporta una inmersión inmediata y espontánea en la naturaleza”, nos relata Guillaume.
Galopina se ha convertido en muy poco tiempo en el oasis perfecto para poder encontrar un verdadero momento de descanso, así como leer un libro, meditar, un chapuzón en la piscina o reconectar con lo esencial. Los pequeños placeres de la vida. Aquellos que inconscientemente tendemos a olvidar y que necesitamos recuperar en cierta manera para mantener el equilibrio. La Hacienda está formada por cómodas y espaciosas habitaciones con terraza o porche que permiten disfrutar de sus cálidos atardeceres. Entre sus servicios, destacan sus frescos desayunos, cenas y su Honesty Bar, en el que los huéspedes pueden servirse ellos mismos promoviendo un ambiente relajado que les hace sentir como en casa. Un espacio pensado para percibir los pequeños detalles de cada uno de los momentos vividos y conseguir que su estancia perdure en la memoria de todo aquel que lo visita.
Pero, ¿cómo se puede conseguir transmitir esa sensación de paz y serenidad desde el primer momento que atraviesas sus puertas? Sus fundadores lo tienen claro. “Para crear Galopina nos inspiramos en lo minimalista de las casas escandinavas, lo reconfortante de las casas de campo francesas y en los colores y texturas de México. Todos nuestros muebles son recuperados, todos han tenido un pasado y aquí les hemos dado una segunda vida, convirtiendo cada espacio de la casa en un lugar con personalidad”, nos explica con una sonrisa Elisa. Unos espacios donde las plantas naturales, así como una combinación de objetos antiguos de madera son claves para conseguir un ambiente indescriptible.
Galopina es un lugar de referencia para poder descubrir y conocer en profundidad la cultura maya. Y es que la ubicación de esta pequeña casa silvestre permite al huésped poder visitar pueblos mágicos como Izanal, Valladolid, Maní o Mérida, importante capital de Yucatán. Además, reconectar con la naturaleza es uno de los must de la estancia en Galopina, llevando a cabo diferentes actividades como observar las aves, visitar ruinas arqueológicas, conocer algunos de los cenotes de la zona o disfrutar de bonitos paseos en los alrededores de la casa.
“Nuestra mayor satisfacción es haber podido crear y materializar nuestro sueño, ir dándole forma lentamente, saber que la gente entiende nuestro concepto y lo que queremos transmitir.”
Galopina es sin duda un lugar mágico en el que además de disfrutar de la experiencia conecta personas e invitados de diferentes puntos del planeta, consiguiendo una riqueza multicultural difícil de encontrar en otros alojamientos. “Es un placer y honor que las personas decidan pasar unos días en Galopina. Formar parte de los recuerdos de nuestros huéspedes, esa es la mayor de las satisfacciones y recompensas”, nos comenta Elisa despidiéndose con una sonrisa plena y transparente. Esa que confirma que este precioso proyecto es un fiel reflejo de la vitalidad y alegría que sus fundadores transmiten. Un lugar sencillamente mágico.
Fotografías: Chloe Fayollas / Jasson Rodriguez