"LO QUE MÁS ME INSPIRA SON LAS PERSONAS Y LOS ESTADOS DE ÁNIMO. PARA MÍ LA PINTURA ES ESE LENGUAJE CON EL QUE PUEDO HABLAR DE ESTOS DOS MOTORES Y EL COLOR ES LA CLAVE PARA QUE EL MENSAJE LLEGUE O NO ".
T odo niño es un artista, el problema es seguir siendo un artista cuando creces. Así explicaba Pablo Picasso la dificultad a la hora de mantener la creatividad y la diversión cuando uno se convierte en adulto. El arte de hacer aquello que realmente te apasiona se ha convertido en una tarea a veces compleja. Y no por falta de capacidad, sino porque quizás muchas veces nos tomamos la vida demasiado en serio. Rememorar nuestros recuerdos de infancia puede descubrirnos algunos de los momentos más felices de nuestra vida y de paso, darnos pistas sobre aquello con lo que realmente podemos volver a disfrutar como niños.
Valeria Palmeiro, más conocida como Coco Dávez tuvo la suerte de ser una niña prolongada en el tiempo. Libre y alegre, que tuvo la oportunidad de jugar y experimentar. “Considero que los niños y niñas dejan de jugar muy pronto y dentro de ese juego es dónde descubrimos que las artes existen. Por suerte, a mi lo que más me divertía cuando era niña era pintar y cantar”, nos cuenta Coco sobre su infancia.
En esos primeros años tuvo la oportunidad de aprender dibujo y pintura, algo que se le daba bien y disfrutaba de una forma muy especial. Autodenominada como “la eterna repetidora”, Valeria cuenta cómo sufrió durante los años de instituto dentro de un sistema educativo muy tradicional, en el que se antojaba difícil reconocer los talentos artísticos fuera de las capacidades más habituales.
“Sufrí mucho ese modo de educación en el que se premia la memoria y no la curiosidad o la creatividad, así que fui aprendiendo todo lo que sé de manera autodidacta”.
Quizás a raíz de aquella mala experiencia siempre tuvo claro que no quería ir a la universidad. “No por estar en contra de la educación, todo lo contrario, sino que considero que con 18 años es muy complicado tener claro qué quieres hacer y además el sistema educativo al uso no encajaba mucho con mi manera de aprender”, relata la artista. Sin embargo, si algo tenía claro Coco, es que su vida iría ligada a la creatividad, al arte y a una forma de vida que le hiciera vibrar.
Y así fue como a sus 21 años decidió hacer las maletas e irse a vivir a Londres para aprender inglés, conocer mundo y descubrir las sorpresas que la vida le depararía. Fue allí donde además de aprender sobre fotografía de moda, continuó llevando a cabo aquellas sencillas actividades que le hacían feliz entre las que por supuesto se incluía la pintura. Es difícil imaginar un lugar donde la creatividad y el arte estén más presentes que en Londres. Sus continuos contrastes plasmados en cada una de sus calles sirvieron para que como muchas otras personas, Valeria viviera y creciera rodeada de inspiración hasta que “un golpe de suerte” como ella define, hizo que el periódico El Mundo descubriera su trabajo y le diera la oportunidad de trabajar como dibujante durante 5 años. Una experiencia intensa que le aportó infinidad de momentos inolvidables.
Pero fue en 2015, cuando “huyendo de los encargos de los medios, redes y marcas”, Coco decidió tomarse un tiempo encerrándose a pintar para sí misma. Por el mero hecho de disfrutar de aquello que llevaba a cabo, eligiendo el momento, el ritmo y dando a su imaginación la libertad que todos necesitamos en alguna etapa de nuestras vidas. Fue ese paréntesis el que, de forma inesperada desencadenó el nacimiento de “Faceless”, la obra que sin duda se convirtió en un maravilloso punto de inflexión en su vida, haciéndose hueco dentro del mundo del arte y siendo expuesta en ciudades como Hong Kong, París, Miami, Los Ángeles o Madrid entre otras. Desde entonces, un viaje apasionante le ha llevado a desarrollar su parte más creativa colaborando con marcas como Chanel, Prada, Netflix, Disney, Kenzo, Playstation, Vans o Bombay Sapphire. Una aventura en la que ha podido dar rienda suelta a todo su potencial como artista creativa y le ha llevado a vivir una realidad que supera con creces toda ficción que pudiera haberse imaginado. Aunque como ella dice, quizás una de las claves de este éxito haya sido no crearse demasiadas expectativas. “Nos centramos demasiado en el resultado y se nos olvida el disfrute del proceso. Los niños son mucho más listos y lo hacen justo al revés, por eso son tan libres y no tienen miedo al ridículo, solo quieren pasarlo bien”, afirma Coco.
La artista ha ido encadenando experiencias hasta atreverse con casi cualquier cosa que se propusiera. Así fue como se lanzó a escribir su primer libro “Faceless”, un proceso largo en el que reunió a sus mayores referentes, retratándolos, ilustrando su mundo y contando cómo aparecieron por primera vez en su vida. Una combinación de arte ilustrativa y originalidad repleta de colores vitales que transmiten alegría en cada una de sus hojas.
A día de hoy, Coco disfruta con su pintura dentro de un realismo ilustrado que ella misma describe como vitalista y colorista con aires de arte pop. Un regalo para los ojos, al igual que cada uno de los proyectos que decide llevar a cabo. El último y en el que quiere continuar trabajando es "Participantes para un Delirio", podcast que dirige, se encuentra ya en su tercera temporada y en el que seguro que como todo lo que hace, acaba por enamorarnos.
Fotografías: Mónica Figueras / Leticia Díaz De la Morena / Coco Dávez
"LO QUE MÁS ME INSPIRA SON LAS PERSONAS Y LOS ESTADOS DE ÁNIMO. PARA MÍ LA PINTURA ES ESE LENGUAJE CON EL QUE PUEDO HABLAR DE ESTOS DOS MOTORES Y EL COLOR ES LA CLAVE PARA QUE EL MENSAJE LLEGUE O NO ".
T odo niño es un artista, el problema es seguir siendo un artista cuando creces. Así explicaba Pablo Picasso la dificultad a la hora de mantener la creatividad y la diversión cuando uno se convierte en adulto. El arte de hacer aquello que realmente te apasiona se ha convertido en una tarea a veces compleja. Y no por falta de capacidad, sino porque quizás muchas veces nos tomamos la vida demasiado en serio. Rememorar nuestros recuerdos de infancia puede descubrirnos algunos de los momentos más felices de nuestra vida y de paso, darnos pistas sobre aquello con lo que realmente podemos volver a disfrutar como niños.
Valeria Palmeiro, más conocida como Coco Dávez tuvo la suerte de ser una niña prolongada en el tiempo. Libre y alegre, que tuvo la oportunidad de jugar y experimentar. “Considero que los niños y niñas dejan de jugar muy pronto y dentro de ese juego es dónde descubrimos que las artes existen. Por suerte, a mi lo que más me divertía cuando era niña era pintar y cantar”, nos cuenta Coco sobre su infancia.
En esos primeros años tuvo la oportunidad de aprender dibujo y pintura, algo que se le daba bien y disfrutaba de una forma muy especial. Autodenominada como “la eterna repetidora”, Valeria cuenta cómo sufrió durante los años de instituto dentro de un sistema educativo muy tradicional, en el que se antojaba difícil reconocer los talentos artísticos fuera de las capacidades más habituales.
“Sufrí mucho ese modo de educación en el que se premia la memoria y no la curiosidad o la creatividad, así que fui aprendiendo todo lo que sé de manera autodidacta”.
Quizás a raíz de aquella mala experiencia siempre tuvo claro que no quería ir a la universidad. “No por estar en contra de la educación, todo lo contrario, sino que considero que con 18 años es muy complicado tener claro qué quieres hacer y además el sistema educativo al uso no encajaba mucho con mi manera de aprender”, relata la artista. Sin embargo, si algo tenía claro Coco, es que su vida iría ligada a la creatividad, al arte y a una forma de vida que le hiciera vibrar.
Y así fue como a sus 21 años decidió hacer las maletas e irse a vivir a Londres para aprender inglés, conocer mundo y descubrir las sorpresas que la vida le depararía. Fue allí donde además de aprender sobre fotografía de moda, continuó llevando a cabo aquellas sencillas actividades que le hacían feliz entre las que por supuesto se incluía la pintura. Es difícil imaginar un lugar donde la creatividad y el arte estén más presentes que en Londres. Sus continuos contrastes plasmados en cada una de sus calles sirvieron para que como muchas otras personas, Valeria viviera y creciera rodeada de inspiración hasta que “un golpe de suerte” como ella define, hizo que el periódico El Mundo descubriera su trabajo y le diera la oportunidad de trabajar como dibujante durante 5 años. Una experiencia intensa que le aportó infinidad de momentos inolvidables.
Pero fue en 2015, cuando “huyendo de los encargos de los medios, redes y marcas”, Coco decidió tomarse un tiempo encerrándose a pintar para sí misma. Por el mero hecho de disfrutar de aquello que llevaba a cabo, eligiendo el momento, el ritmo y dando a su imaginación la libertad que todos necesitamos en alguna etapa de nuestras vidas. Fue ese paréntesis el que, de forma inesperada desencadenó el nacimiento de “Faceless”, la obra que sin duda se convirtió en un maravilloso punto de inflexión en su vida, haciéndose hueco dentro del mundo del arte y siendo expuesta en ciudades como Hong Kong, París, Miami, Los Ángeles o Madrid entre otras. Desde entonces, un viaje apasionante le ha llevado a desarrollar su parte más creativa colaborando con marcas como Chanel, Prada, Netflix, Disney, Kenzo, Playstation, Vans o Bombay Sapphire. Una aventura en la que ha podido dar rienda suelta a todo su potencial como artista creativa y le ha llevado a vivir una realidad que supera con creces toda ficción que pudiera haberse imaginado. Aunque como ella dice, quizás una de las claves de este éxito haya sido no crearse demasiadas expectativas. “Nos centramos demasiado en el resultado y se nos olvida el disfrute del proceso. Los niños son mucho más listos y lo hacen justo al revés, por eso son tan libres y no tienen miedo al ridículo, solo quieren pasarlo bien”, afirma Coco.
La artista ha ido encadenando experiencias hasta atreverse con casi cualquier cosa que se propusiera. Así fue como se lanzó a escribir su primer libro “Faceless”, un proceso largo en el que reunió a sus mayores referentes, retratándolos, ilustrando su mundo y contando cómo aparecieron por primera vez en su vida. Una combinación de arte ilustrativa y originalidad repleta de colores vitales que transmiten alegría en cada una de sus hojas.
A día de hoy, Coco disfruta con su pintura dentro de un realismo ilustrado que ella misma describe como vitalista y colorista con aires de arte pop. Un regalo para los ojos, al igual que cada uno de los proyectos que decide llevar a cabo. El último y en el que quiere continuar trabajando es "Participantes para un Delirio", podcast que dirige, se encuentra ya en su tercera temporada y en el que seguro que como todo lo que hace, acaba por enamorarnos.
Fotografías: Mónica Figueras / Leticia Díaz De la Morena / Coco Dávez